Aprender a convivir y relacionarse forma parte del aprendizaje. Éste no es un proceso aséptico e impersonal que se da sólo en los centros educativos, ni es un proceso que funcione aparte de la persona, ni algo individual.
Tampoco podemos dejar de tener en cuenta la persona y su desarrollo emocional, ni podemos hablar de aprendizaje sin incluir al grupo y la convivencia en él.
Para lograr un buen clima de convivencia en el centro, hacer que todo el mundo esté a gusto en las aulas resulta imprescindible pensar en el conflicto como algo inevitable y necesario.
Habitualmente se llama conflicto a la crisis y a las distorsiones que produce éste y no al conflicto en sí mismo.
Entendemos por conflictividad en nuestro Centro:
a. La preocupación del maestro/a por algunas conductas, que abarcan la disrupción, la falta de respeto, la falta de disciplina...
b. La preocupación social, que se refiere especialmente a las agresiones y actos vandálicos.
c. Preocupación del alumnado, que se centra en el maltrato entre iguales, y el aislamiento.